domingo, 31 de mayo de 2015

Plácidas vacaciones.

Aún hoy recuerdo nítidamente aquellas tardes de agosto del 94 en las que bajar a la playa no era más que una excusa para estar con ella.
Día tras día nos encontrábamos para bañarnos juntos en las frías aguas de Viveiro, poder rozar nuestra piel, sabiendo que no sería más que los prolegómenos desencadenantes de la pasión, y huir en mi pequeño Renault Clio por alguna discreta pista que nos llevase al placer.
La desnudaba rápido pero con dulzura, pues la tensión ya no me permitía más calma, y recorría cada esquivo rincón de su sensual cuerpo. Ella, con mucho más sosiego que yo, desabrochaba mis botones y me despojaba de la ropa, preparándose para ser penetrada.

Y aún hoy escucho sus gemidos. 

1 comentario:

  1. Que grande eres Rio, eso si que es prosa y no lo que hace Cervantes.

    ResponderEliminar