lunes, 28 de enero de 2013

Como Jesucristo.


Estoy preso, atado a tus palabras y decisiones o, mejor dicho, a su falta, con férreas cadenas en una cárcel que no se ve pero se siente. Y ya me empiezan a sangrar las heridas de las esposas, úlcerándoseme las muñecas y los tobillos con cada nuevo día que pasa.
Con un castigo como la cruz de Jesucristo, en la cual no solamente fue crucificadp, sino condenado a portarla hasta el Gólgota haciendo mucho más dura la pena.
Y ese soy yo, el Jesucristo cargando la pesada cruz en su espalda, esperando el momento del castigo final, o tal vez confiando en un perdón que está complicado pero no imposible.
Y si muero decir que resucitaré al tercer día, sólo deseo poder vivir o poder morir, pero que sean compasivos y no me hagan conrtinuar por más tiempo con esta carga tan titánica.

sábado, 19 de enero de 2013

Podrías ser tú.


Le gustaba provocar, y provocaba infartos con sus intransitables curvas por las que más de uno había perdido la locura. Salía de noche sin que sus padres lo supiesen y allí vivía, escondida entre sombras, buscando ese príncípe que fuera digno de sus carnosos labios.
Se esforzaba cada día en parecer terrenal, pero ella era una estrella caída del cielo y su brillo iluminaba corazones que, por alguna causa, había perdido la luz interior. Paseaba ante la atenta mirada de muchos que no se atrevían a decir un "hola", embrujando a otros tantos. Era una mujer encantadora en todos los sentidos que pudiese tener la palabra, sin embargo era desgraciada.
Su corazón no había conocido el amor, no sabía lo que era sentirse querido, y eso la apenaba demasiado. Necesitaba un príncipe que supiese que ella sería su princesa, que ella merecía el oro y no una escoba, pero, por más que buscase, no aparecía. Hasta que le conoció.




Le gustaba pasear a solas escudriñando la negra noche con sus negros ojos por los que varias habían suspirado. Salía sin un horario fijo, inmerso en un profundo caos que nadie más soportaría, buscando esa princesa que quisiera acompañarlo en cada baile.
Se esforzaba cada día en parecer alguien común, pero en su interior dominaban la filosofía y las letras y eso era algo que le costaba mucho ocultar. Muchas lo miraban impresionadas pero no eran capaces de dedicarle una sola palabra, otras tantas lo intentaron sin triunfar. Era un hombre cautivador en todos los sentidos que pudiese tener la palabra, sin embargo era desgraciado.
Su corazón no había conocido el amor, no sabía lo que era sentirse querido, y eso lo apenaba demasiado. Necesitaba una princesa que supiese apreciar su valía, él merecía el oro y no le daban más que latón, pero, por más que buscase, no aparecía. Hasta que la conoció.

viernes, 18 de enero de 2013

Vía de escape.


No sé qué es peor, que el móvil no suene o que cada vez que lo haga no cumpla tus espectativas ni de lejos. Y ahí me muevo.
No sé si todos sabéis en qué consistía el castigo que impuso Zeus a Sísifo, pero es el que yo estoy soportando ahora. No, disculpad, es mucho peor, Sísifo tenía que subir una piedra por una colina, pero mi castigo no es físico sino mental. Y se repite una y otra vez, una y otra vez.
Hoy aún quedan muchos meses para mayo pero sé con certeza que éste no será florido, mis lágrimas mezcladas con alcohol son lluvia ácida y el terreno está demasiado pisado como para que germine nada. Sólo malas hierbas pueden nacer, y es duro cuando el jardinero se empleó con tanta entrega.
Por suerte me quedan la música y la literatura, y una cerveza fresca nunca se desprecia. Evadirme a ritmo de suave jazz mientras mato a mis demonios a golpe de palabra sabiendo que esto nadie nunca podrá quitármelo. Y, sí, llegaré a ser un escritor consagrado, de eso estoy seguro, si no lo soy ya. Consagrado para mí mismo, y en esto el resto me importa más bien poco. No voy a negar que me gustaría vivir de esto, como a muchos otros, sólo que tengo claro que yo soy mi primer lector.
¿Sabéis? Estoy empezando a observar algo muy curioso. Si tú le das algo a alguien no le hará demasiado caso, sólo le prestará atención cuando tema perderlo. Y sabiendo eso debería de ser un hijo de puta. A veces uno se cansa de dar todo, de apoyar al resto sin sentir su apoyo cuando eres tú quien lo necesita, de pensar en otros sin que nadie piense en ti. Y mi cuerpo ya me pesa mucho.
Si hoy escribo, mañana cometeré un asesinato. y sino tiempo al tiempo. Ya disparo, sólo que de momento afino mi puntería con diferentes balas, pero esta rabia es difícil de calmar.
Espero que al menos cuando vengan a grabar la gente diga: "era un desgraciado, nunca saludaba", eso me haría feliz.