No sé qué es peor, que el móvil no
suene o que cada vez que lo haga no cumpla tus espectativas ni de lejos. Y ahí me muevo.
No sé si todos sabéis en qué
consistía el castigo que impuso Zeus a Sísifo, pero es el que yo
estoy soportando ahora. No, disculpad, es mucho peor, Sísifo tenía
que subir una piedra por una colina, pero mi castigo no es físico
sino mental. Y se repite una y otra vez, una y otra vez.
Hoy aún quedan muchos meses para mayo
pero sé con certeza que éste no será florido, mis lágrimas
mezcladas con alcohol son lluvia ácida y el terreno está demasiado
pisado como para que germine nada. Sólo malas hierbas pueden nacer,
y es duro cuando el jardinero se empleó con tanta entrega.
Por suerte me quedan la música y la
literatura, y una cerveza fresca nunca se desprecia. Evadirme a ritmo
de suave jazz mientras mato a mis demonios a golpe de palabra
sabiendo que esto nadie nunca podrá quitármelo. Y, sí, llegaré a
ser un escritor consagrado, de eso estoy seguro, si no lo soy ya.
Consagrado para mí mismo, y en esto el resto me importa más bien
poco. No voy a negar que me gustaría vivir de esto, como a muchos
otros, sólo que tengo claro que yo soy mi primer lector.
¿Sabéis? Estoy empezando a observar
algo muy curioso. Si tú le das algo a alguien no le hará demasiado
caso, sólo le prestará atención cuando tema perderlo. Y sabiendo
eso debería de ser un hijo de puta. A veces uno se cansa de dar
todo, de apoyar al resto sin sentir su apoyo cuando eres tú quien lo
necesita, de pensar en otros sin que nadie piense en ti. Y mi cuerpo
ya me pesa mucho.
Si hoy escribo, mañana cometeré un
asesinato. y sino tiempo al tiempo. Ya disparo, sólo que de momento
afino mi puntería con diferentes balas, pero esta rabia es difícil
de calmar.
Espero que al menos cuando vengan a
grabar la gente diga: "era un desgraciado, nunca saludaba",
eso me haría feliz.