jueves, 10 de marzo de 2011

Agua, aire, fuego, tierra. Energía.

- Cariño, cierra los ojos, escucha el agua del mar romper contra las rocas. Escucha. Disfruta. ¿Lo oyes?
- Oigo vibrar el aire con el susurro de tu voz, con el crepitar de las llamas de tu corazón.
- ¿Sientes cómo gira el mundo?
- No me gusta, da vueltas, y me mareo... Pues tú eres mi centro de gravedad, y sino estuviera entre tus brazos mis rodillas estarían manchadas de tierra.
- ...
- Sólo bésame. Y siente cómo la energía fluye.

martes, 8 de marzo de 2011

Evidence.

¿Sabéis? Hace tiempo solía sonreír. Os juro que es verdad, y a pesar de que hoy ya no sea capaz, espero que la tormenta pase. Que pase como el tiempo que me lleva en su regazo, sin dejar siquiera que me dé cuenta. Creces, pequeño. Creces... Luchar por un falso sueño, sentir que ya no sientes, amar sin ser amado... ¿Realmente siempre es así? No. No quiero creérmelo. Es más, me niego a creérmelo. Vendrán momentos mejores... mientras tanto, el tiempo pasa.
Ya no sé qué hacer, cómo arreglar esto. Y ya no queda demasiado margen de maniobra, lo sé. Porque hacer lo que quiero no es lo correcto. O mejor: ¿Por qué hacer lo que quiero no es lo correcto? No lo sé, no lo entiendo, no logro ver el fallo. “Cuando en el mundo aparece un verdadero genio puede reconocérsele por este signo, todos los mediocres se conjuran contra él”, Jonathan Swift dixit. Yo creo que un genio es aquel que logra marcar su propio camino. Y yo aún tengo demasiado miedo, porque dar un paso es mucho más que dar un paso, porque realmente es mentira eso de “mejor solo que mal acompañado”. ¿Acaso los genios no tienen miedo? ¿O es que no tienen que temer? Yo estoy perdido. Perdido como nunca y como siempre. Perdido como un grito en el silencio. Perdido. La última pregunta es: ¿Habrá salida?