miércoles, 23 de febrero de 2011

Juego de niños.

El enano de pesado martillo, parco en palabras pero vasto en maña, fue padre de Dioses creando divinidades. Su obra cumbre llevaba el nombre de belleza y ocultaba el brillo del sol con sus seis caras. Caras ambiguas, difíciles de controlar, difíciles incluso de ver. Caras ambiciosas e insaciables, capaces de adoptar cualquier forma si están bajo presión. Caras en las que confiar, aún sabiendo que un día serás traicionado.

Muchos años han pasado, mas nada puede detener la máquina. Cruentas batallas surgieron mientras ella paseaba forjando odio entre bastidores, nunca partícipe en la masacre. Virtuosos amores afloraron cuando mostró su cara más dulce, cruda cortina de humo.


Tú que sacias mi sed, agua de rosa.
Pluma que surca esclava de tu prosa.
Estaría feliz
con que echaras raíz
en las fibras de mi frágil corazón.

Tú que sacias mi ser, con cualquier cosa
Río de tinta que te pinta en losa.
Estaría feliz
con que echaras raíz
siendo musa de toda mi inspiración.


Preso de ti, me inclino a tus pies; pues no soy digno ni de nombrarte. Amante de millones de hombres anhelantes de poder. Tienes ante ti al siervo más fiel. Prestaré mi servicio a tus designios hasta que la muerte me lo impida, y esa muerte será defendiendo tu honor. Nada mancillará tu nombre en mi presencia, sagrado don de la humanidad. Todos quisieron bailar contigo; hoy, espero, este baile será mío.

Gracias por mostrarme siempre la mejor de tus seis caras.
Gracias por enseñarme que en el juego también cuentan las palabras.

Bourbon.

La locura era el fuego que avivaba mi sed, sed de venganza y odio, ser despiadado con hambre de títulos sin importar el cómo, hijo bastardo del diablo.

.......

Mi nombre es Dorian... Don Dorian Legendre, Dorian Desprecios, para algunos...¿Me conoces? Ni lo intentes, no lo comprenderías.
Navego en mi copa de Bourbon huyendo de este olor nauseabundo que me embota el cerebro. Olor a podrido, mugre y alimañas. ¿Lo hueles?
Oh, dulce Bourbon... Ambrosía sólo apta para Dioses e inmortales...En el fondo sabes que todavía no he muerto, y me mantienes a flote cuidando que no me infecten sus virus. Malvivo entre zombies mordidos por más zombies que tratan de sorber mis sesos y disfrutar mi jugo, contigo lucho en éste mi último reducto.
Quizá caiga, pero antes me llevaré a unos cuantos por delante.

martes, 22 de febrero de 2011

Invierno con F.

Salí corriendo. Mi alma caía lenta pero constante, como los helados copos que me mojaban el pelo. Los pies desnudos se me quedaban insensibles ante la fría nieve, pero reaccionaban con una presura pasmosa.
Corría mientras mi llanto en agonía constante silenciaba el mundo y sus calles, sus calles y el miedo.
Un corte en mis mejillas producía directamente la fisura en mi espíritu, que se convertía en agua tan rápido como se funde el hielo bajo rayos de Lorenzo, mientras gafas de sol ocultaban mi mirada y parte de mis cardenales. Quise sobrevivir.

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Todavía resuenan en mi cabeza sus gritos de ginebra y los golpes de su puño alzado nunca por revolución.
No sé cuándo empezó todo, pero ya ha terminado.

jueves, 10 de febrero de 2011

Lo siento.

Ayer soñé que volvía a rozar sus labios en un último suspiro de esperanza, sintiéndolos reales y únicos como una huella dactilar. Como una huella dactilar posada con delicadeza sobre sus enrojecidas mejillas, hechas a cincel por el mismísimo Michelangelo.
Ayer soñé que surcaba un grácil mar donde los cantos de sirena eran los bucles dorados de su melena, que me arrastraron hasta la isla de su cuello haciéndome sentir un Robinson Crusoe.
Ayer soñé que esa llave era la de tu corazón, y que sólo servía para abrir el mío.
Ayer soñé que con locura me miraron esos ojos; y con locura vivo para toda la vida.

Ayer soñé lo que quise. Hoy sueño lo que puedo. Mañana soñaré si te tengo.

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Y Sísifo siguió empujando la piedra con empeño, sabiendo que el desánimo no es más que la muerte del alma.