Le gustaba provocar, y provocaba
infartos con sus intransitables curvas por las que más de uno había
perdido la locura. Salía de noche sin que sus padres lo supiesen y
allí vivía, escondida entre sombras, buscando ese príncípe que
fuera digno de sus carnosos labios.
Se esforzaba cada día en parecer
terrenal, pero ella era una estrella caída del cielo y su brillo
iluminaba corazones que, por alguna causa, había perdido la luz
interior. Paseaba ante la atenta mirada de muchos que no se atrevían
a decir un "hola", embrujando a otros tantos. Era una mujer
encantadora en todos los sentidos que pudiese tener la palabra, sin
embargo era desgraciada.
Su corazón no había conocido el amor,
no sabía lo que era sentirse querido, y eso la apenaba demasiado.
Necesitaba un príncipe que supiese que ella sería su princesa, que
ella merecía el oro y no una escoba, pero, por más que buscase, no
aparecía. Hasta que le conoció.
Le gustaba pasear a solas escudriñando
la negra noche con sus negros ojos por los que varias habían
suspirado. Salía sin un horario fijo, inmerso en un profundo caos
que nadie más soportaría, buscando esa princesa que quisiera
acompañarlo en cada baile.
Se esforzaba cada día en parecer
alguien común, pero en su interior dominaban la filosofía y las
letras y eso era algo que le costaba mucho ocultar. Muchas lo miraban
impresionadas pero no eran capaces de dedicarle una sola palabra,
otras tantas lo intentaron sin triunfar. Era un hombre cautivador en
todos los sentidos que pudiese tener la palabra, sin embargo era
desgraciado.
Su corazón no había conocido el amor,
no sabía lo que era sentirse querido, y eso lo apenaba demasiado.
Necesitaba una princesa que supiese apreciar su valía, él merecía
el oro y no le daban más que latón, pero, por más que buscase, no
aparecía. Hasta que la conoció.
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