De qué
material estarán hechas las palabras para que, dependiendo de su
uso, adquieran tan distintas propiedades.
He
visto cientas siendo arrastradas por la más leve brisa a lomos de un
diente de león, tan livianas que podrían posarse sobre cualquiera
sin perturbarlo en lo más mínimo. Hay
otras que caen y ya nadie nunca será capaz de levantarlas
destruyendo aquello donde se posan pero sentando nuevas bases.
Hay
palabras que no serían capaces de romper una pompa de jabón, pero
también que desgarran escudos e hieren al más protegido.
Palabras
nube de azúcar, sabor limón e incluso whisky reserva; palabras con
materia, toda ellas.
De qué
material estarán hechas las palabras para que puedan llegar a tener
un valor tan alto, altísimo, del precio de las emociones. Y a pesar
de todo nunca deberían ser vendidas.
Dulce e
irónico castigo el del escritor que quiere regalarlas y se ve
obligado a vivir de ellas. Yo no quiero hacerlo; tampoco morir de
hambre.