domingo, 31 de mayo de 2015

Plácidas vacaciones.

Aún hoy recuerdo nítidamente aquellas tardes de agosto del 94 en las que bajar a la playa no era más que una excusa para estar con ella.
Día tras día nos encontrábamos para bañarnos juntos en las frías aguas de Viveiro, poder rozar nuestra piel, sabiendo que no sería más que los prolegómenos desencadenantes de la pasión, y huir en mi pequeño Renault Clio por alguna discreta pista que nos llevase al placer.
La desnudaba rápido pero con dulzura, pues la tensión ya no me permitía más calma, y recorría cada esquivo rincón de su sensual cuerpo. Ella, con mucho más sosiego que yo, desabrochaba mis botones y me despojaba de la ropa, preparándose para ser penetrada.

Y aún hoy escucho sus gemidos. 

domingo, 17 de mayo de 2015

Muerte y destrucción.

Escribo con la titilante luz de la hoguera donde arde la cultura sabiendo que a este folio le quedan pocas horas de vida. Afuera, calentándose con el fuego de unos libros que se niegan a arder, me esperan pistola en mano. Sucios fachas.
En esta crisis, no económica, se derrumba todo aquello conocido para cuadrar la esfera del mundo. Yo mañana me pondré la careta de androide y saldré a la calle rogando clemencia por haber sido un soñador que no supo seguir su adoctrinamiento, tan sólo un pobre iluso.
Cuando mis palabras arden, mis ideas se consumen, y así jamás podré volver a pensar como un día lo hice.
Hoy, todo está perdido. 

Da igual, hace tiempo que vendí mi alma al diablo.