martes, 28 de mayo de 2013

...

El más absoluto silencio sólo lo rompía el tic-tac de un reloj y sus saetas, como si quisieran recordarme que el tiempo nunca se detiene. Sin embargo hoy a sido un día que ya se me hace interminable, con los nervios a flor de piel, ni mi cabeza soporta esta tensión.
El pasado se queda atrás, mentira, aún duele; el futuro es demasiado incierto como para hablar de él en este episodio. Del presente... sólo puedo traer estos puntos suspensivos.
Me encuentro en el lugar más inhóspito: las entrañas de una mente perturbada donde la paz no es posible aunque de guerra nunca se hable, buscándome en su espesura. Temo perder la vida al igual que he perdido mi cordura, como agua entre las manos.
Necesito un descanso, un refrigerio que alivie esta pesadumbre y um soplo de aire fresco que encharque de vida mis pulmones, sólo así seré capaz de continuar. Hace tiempo que la carga me ha superado y ya sólo camino por rutina, mas estas tierras son demasiado estériles para llenarme de nuevo, he de encontrar presto mi lugar, de lo contrario pronto serviré de alimento a esos buitres.
Todo se reduce a un signo ortográfico: los puntos suspensivos. Esperanza entre la angustia.

domingo, 19 de mayo de 2013

Inconcluso.


En este cuento no esperéis encontrar brujas ni dragones, castillos encantados ni encantadores príncipes; pero sí hay una hermosa princesa, un sapo, y mucha magia.

Y es que en su historia hay más tragedia que alegría, porque ella es una princesa de carne y hueso... Pero su suerte pronto va a cambiar, pues la magia todo lo puede y un mago con mis poderes no puede quedarse quieto ante tal injusticia. "¿Qué poderes?", os preguntaréis. Pues es fácil y sencillo, difícil es aprenderlo. Y es que no, yo no soy un mago al uso, soy un mago cuyo poder proviene de una de las magias más antiguas: la pabra; y mi magia reside en que yo soy el escritor y, por tanto, yo decido el final.

Parece simple, ¿verdad? Bueno, he de reconocer que en el fondo no lo es tanto... Hace falta mucho más que una tirita para curar un corazón roto. Pero bueno, empecemos por el principio:

No me quedó demasiado claro de si ella miraba el mar o el mar la miraba a ella, sólo sé que mi corazón latía más rápido, más fuerte y más violentamente de lo que las olas rompían bajo sus pies. La naturaleza es sabia y le rendía pleitesía, no como otros habían hecho antes.

¿Antes? Ups, perdón, reconozco que he empezado mi crónica por la mitad, simplemente es que confío en que lo anterior nunca más tendrá importancia. Continúo:

Había tormenta, y eso era un alivio para ella. "Ya que no puedo dejar de llorar, al menos que se disimulen mis lágrimas", pensaba. El tiempo le había hecho demasiado daño, estaba encadenada al frío pasado y ya no tenía fuerzas para liberarse de sus grilletes. Y se arrodilló. Yo sufría por ella, verla así, entregada, ver como su luz interior se apagaba poco a poco... Pensé en ofrecerle mi ayuda pero creo que no era lo que ella querría. Casi estaba decidido a dejarla con sus penas, la miré por última vez buscando una despedida muda cuando... "HELP!" Allí estaba, escrito en la arena. No se había rendido, guardaba sus fuerzas mientras pedía ayuda.

Corrí a su lado a darle un abrazo, rompí los pesados eslabones y...

¿Sabéis qué? No me apetece que esta historia sea tan corta, el final os lo cuento otro día. 

martes, 14 de mayo de 2013

Rándom.


¿Conoces esa sensación de haber perdido algo que no era tuyo?
Te sientes extrañado contigo mismo porque, aún sabiendo que no te pertenecía, querías creerte que sí.
Hay veces en que las cosas se complican tanto que hay que romper con todo, pero en tu interior quedan pedacitos de emociones que se niegan a salir y caer en el olvido. Y no es nada malo, tranquilo. Es más, yo diría que es algo bonito, porque significa que un día fue algo bonito.
Y puede que el resentimiento te cierre los ojos, pero sólo tú puedes entender qué es lo que te pasa y cuál es la manera de darle solución, pues, al fin y al cabo, sólo en ti han germinado tan desconcertantes pensamientos.
Tal vez sea una realidad cruel el darte cuenta de que todo tiene un fin, o al menos de que lo tuvo, pero donde hay muerte has de llevar vida, y quizá algún día todo pueda volver al mismo cauce, o no, pero al fin y al cabo el agua nunca deja de fluir.
Si tienes algo que decir debes hacerlo y si tienes algo que sentir debes sentirlo, y la vida te regalará momentos preciosos.
Recuerda que en todo camino puedes encontrar piedras, pero con piedras también puedes hacer un hogar donde estar con los tuyos.

Memorias de una gran mente afectada por el Alzheimer.




















Fin.

Ilusión de cada día.


“¿Quién tiene prioridad en un cruce de miradas?”, pensaba, mientras un rayo de sol acariciaba su rostro. Su corazón latía fuerte queriendo salírsele del pecho, esperando con emoción volver a verle en aquel mismo banco de siempre y con su sonrisa de siempre.

Vivía con la ilusión de quien ve un nuevo mundo ante sus ojos, y cada mañana se arreglaba buscando conquistarlo. Un nuevo mundo con nombre y apellidos todavía desconocidos pero que, hoy, más guapa que nunca, pasarían a formar parte de su vida. Al menos eso intentaría ella, y estaba dispuesta a darlo todo.
Sentada, repasaba en su cabeza las palabras que había preparado en casa y, con los ojos cerrados, llenaba sus pulmones de aire y coraje para cuando él apareciese por su esquina.

Y así fue. Él llegó y se sentó en su mismo banco de siempre,y le sonrió, como siempre. Ella se levantó y dio unos titubeantes pasos a su encuentro, pero, a medio camino, su valor subió al cielo, evaporado, y escapó presa del pánico.

Llegó el invierno y con él los días de chaqueta y lluvia. Cayeron las hojas de los árboles del parque y los días de sol pasaron a ser un efímero recuerdo. Ella volvió cada día, pero él no volvió a pisar su esquina.
Y así vivió de ilusión, y así murió de tristeza.