martes, 3 de enero de 2012

Edén.

Mientras pensaba en ti me perdí por un camino de oro y rubíes donde cada adoquín tenía su propia personalidad, donde cada pisada nunca podía ser un paso en falso. Cruzaba un frondoso bosque, limpio y puro como el agua de lluvia mágicamente filtrada en el terciopelo de tus cabellos, y un agradable aroma a jazmín inundaba mi olfato llenándome de paz. Una suave brisa conducía las notas más dulces jamás escuchadas por un mortal, interpretadas con gracilidad por tus cuerdas vocales, armonía de dioses.

Descubrí un edén exclusivo y único por el que vale la pena morir, pues en él cada gesto se ve recompensado con el máximo placer que son tus labios. Y aunque viva enamorado y la pasión quiera ser dueña de mis decisiones, habrá valido la pena si puedo tenerte aunque sólo sea una vez más.